miércoles, septiembre 19, 2007

Introduccion

Este blog esta dedicado a un tema que he publicado en casi todos los foros que he participado. Menos dos o tres testimonios de un servidor todos los demás corresponden a diferentes foristas que gentilmente ofrecieron sus testimonios. Hay temas fuertes, dolorosos...que nos golpean bien adentro. Hay testimonios que tienen 40 y tantos anos...otros son recientes. No sabemos cuando abandonemos esta vida y creo que cumplo con un deber que estas historias nunca se olviden, en los foros al cabo de pocos meses dejaran de existir y solo unos pocos foristas leerán las historias, aquí mientras exista esta pagina y exista internet estarán a la vista de todos, todas ellas son un YO ACUSO eterno a ese régimen que ha desmembrado nuestra patria, que ha regado sus hijos por el mundo y que a convertido a sus ciudadanos en gente sin futuro y sin esperanzas.
Esta reunión de testimonios esta abierta a la colaboración de todos, tienes un testimonio que agregar?
Escríbelo en los Comentarios de esta introducción y los publicare donde sean mas visibles y estén en el índice. Tal vez creas que tu historia no es tan dolorosa como la de algunos...no te amedrentes, escríbela!
Las fotos en los temas puedes hacer click en ellas y verlas a tamano completo, en un nuevo windows.
Lenny

PD. No te olvides de visitar el blog Libertad para Cuba

Deja tu testimonio y acusacion aqui! ---- Basta de ignominia! ---- Libertad para Cuba ahora! ---- No tenemos derecho a olvidar! ---- Libertad para nuestros presos politicos! ---- La verdadera mafia es la mafia castrista! ----

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Lenny por tu aporte sincero a la causa de la libertad de Cuba. Eres un gran cubano. Continuemos la lucha. La dictadura desaparecera y Cuba volvera a ser un pais para todos los cubanos.

Anónimo dijo...

Amigo Lenny no me has contado si probastes la receta del pulpo.
un saludo de WAKE.

Anónimo dijo...

Hola a todos!
A raiz de los testimonios que he leido, me surgen muchas dudas, y como estoy interesada en conocer y comprender la historia de Cuba, en especial de la emigración Cubana a EEUU en los 80, quería contactarme con ustedes para que puedan esclarecerme algunas cosas.
En primer lugar me pregunto, cómo era la vida en Cuba en los años 70?
Qué nivel de miseria y de injusticias vivían, que llevarion a 125.000 personas a asinarse en la embajada de Parú para salir por el Mariel, y a soportar los espantosos maltratos que sufrieron en Mosquito, y en los barcos? Apreciaría mucho que me cuenten anécdotas de esa época, de cómo era su vida en Cuba, de cuales fueron los aspectos que más influyeron en la decisión de irse, a cualquier precio.
Por otro lado no llego a comprender el fenómeno desde el punto de vista geográfico, por favor disculpen mi ignorancia pero me interesa superarla. Todos los que se fueron en el Mariel eran de La Habana? O Algunos vinieron desde el interior, por Ej. de Cienfuegos o Varadero? Todos pasaron por mosquito? Todos estuvieron en la embajada o algunos fueron a Mariel directamente?
Por otro lado, la conformación social del grupo de emigrantes, eran mayormente estudiantes, trabajadores, o era variada?
Qué se encontraron al llegar a los EEUU?
Tengo muchas preguntas más para hacerles, pero por ahora la corto aquí, para no aburrilos.
Les agradeceré mucho sus respuestas!!
Muchos saludos
Mariana

(Uruguay)

Anónimo dijo...

Estamos dejando morir a un hermano.
ACUSO AL REGIMEN DE CASTRO POR EL CASO DE VICTOR ROLANDO ARROYO.

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Acabo de hablar con Mayra Enríquez en Miami casa- (305) 223-6835 celular (786-457-1995
mayrahab@bellsouth.net

que es quien est[a monitoreando todas las noches el caso y habla con Elsa, la esposa de Victor en Guantanamo, para saber sobre el estado de cosas.

Estamos preparando un comunicado de prensa aqui en PR para ver si lo enviamos a los medios de difusion locales y a todas las agencias de prensa.

NO NECESITAMOS MAS MARTIRES.
Necesitamos hombres que vivan, como Victor Rolando Arroyo, para que puedan ayudarnos a crear unas bases de sociedad civil más limpias, más justas en nuestra dolida Cuba.

NO DEJEMOS MORIR A NUESTRO HERMANO.
Algo debemos hacer aunque nos parezca poco, desde nuestras posibilidades particulares.

El periodista Víctor Rolando Arroyo, un preso del grupo de los 75 encarcelados por Fidel Castro, está muy grave tras 25 días en huelga de hambre


RAUL RIVERO. Especial para EL MUNDO

Se está muriendo ahora mismo en Cuba el periodista Víctor Rolando Arroyo. Entró, con este amanecer, en el día 25 de una huelga de hambre. La inició para exigir que el alto mando del Ministerio del Interior le quite de encima a un oficial de apellido Armesto que es el encargado de reprimirlo en la prisión de Guantánamo desde la primavera de 2003.





Arroyo nació en diciembre de 1952 y cumple una condena de 26 años. Fue uno de los 75 cubanos que fue a la cárcel durante una ola de arrestos desatada por el régimen de Fidel Castro en la que se le impusieron largas penas a periodistas independientes y a activistas de la oposición pacífica interna.

Guantánamo está en el extremo oriental de Cuba. Arroyo y su familia viven en Pinar del Río, exactamente a 1.074 kilómetros de distancia de la nave de hormigón y hierro que se conoce como el Combinado y que almacena a centenares de prisioneros.

Desde que el periodista llegó al centro penitenciario, hace ya más de 30 meses, le asignaron a ese oficial para que lo «atienda».Ese es el eufemismo que se usa para indicar el trabajo de agobio, vigilancia y control que se ejerce dentro de las cárceles contra los presos políticos.

Abusos y humillaciones

Recuerdo que ya en diciembre de 2003, me llegó a la celda donde yo cumplía una sanción de 20 años, la informacion de que a Arroyo le habían dado una paliza la víspera de Año Nuevo. Después, gracias a su familia, conocimos todos los abusos, las humillaciones, el trato degradante que ha usado siempre el oficial contra el periodista que no recibía correpondencia, no podía realizar las llamadas telefónicas que contempla el reglamento, ni tenía derecho a visitas familiares.

Arroyo, un hombre con experiencia carcelaria, se negó recientemente a que se le hiciera una requisa en sus propiedades sin estar él presente.

Temía que el obstinado policía le colocara algún elemento comprometedor y se le iniciara un nuevo proceso.

El informador se negó a salir de la galería y se sentó en el suelo. Entonces, el militar, ayudado por dos guardias, lo arrastró por el pasillo hasta otra celda y Arroyo se declaró en huelga de hambre hasta la muerte.

Félix Navarro, otro preso político que extingue una condena de 25 años también en Guantánamo, aunque natural de la occidental provincia de Matanza, fue testigo del episodio en el que el oficial arrastró al periodista y, en solidaridad con él, se declaró poco después en huelga.

Claro que el caso de Arroyo es el que se ha convertido en el centro de atención debido a la extrema gravedad del convicto.La primera vez que estuvo encarcelado el periodista fue en 1996.Cumplió un año porque publicó un análisis crítico sobre los métodos del cultivo del tabaco en su provincia, que es el santuario de los célebres y arómaticos puros.

En febrero de 2000 volvió a los calabozos. Ahora por seis meses y mediante una figura jurídica que estaba en desuso. Arroyo se dedicó a comprar juguetes en dólares en las tiendas especiales para regalarlos a los niños pobres el día de los Reyes Magos.El dinero le llegaba por donaciones de instituciones y familias cubanas radicadas en el sur de Florida. Lo acusaron de acaparar bienes públicos y le confiscaron los juguetes. El rey mago guajiro que no andaba en camello, sino en bicicleta, fue a parar a una rústica prisión llamada Kilo 4, casi donde Cuba toca a Yucatán y se pueden ver las dos costas ( la norte y la sur) desde la Carretera Central.

Cuando fue condenado en 2003 era director de la Unión de Periodistas y Escritores Cubanos Independientes (UPECI) y tenía bajo su responsabilidad una biblioteca fuera del control del Estado con cerca de 5.000 volúmenes.

En los últimos días llegan informes de su familia angustiada.Su esposa, Elsa González Padrón, viajó a Guantánamo para verlo y tener noticias directas. Le permitieron que lo viera dos minutos.El doctor Chediak (atención: ninguno da sus nombres y apellidos completos) le informó a Elsa Gonzalez que haría una excepción porque ella «no tiene derecho a verlo ni nada»

La mujer solicitó que el paciente fuera trasladado a otra sala por si el caso se complicaba y se producía una situación de emergencia.«El está así por su voluntad», le dijo el médico, «no vamos a ocupar una cama que pueda necesitar otra persona. Si se quiere morir, que se muera».

Ante la gravedad del estado de salud de Arroyo, el cardenal Jaime Ortega pidió alos tres presos en huelga de hambre que desistieran de sus protestas. El jueves, la UE pidió al Gobierno de Castro tomar medidas para mejorar la situacion de los tres disidentes que se encuentran en huelga de hambre.

A mi casa de Madrid llegó un mensaje directamente desde Pinar del Río. Lo firmaPedro Pablo Arencibia y su familia, son amigos de Arroyo. Y dice esto: «Estamos desesperados. Marta, la madre, no sabe nada. Elsa sigue en oriente. Esto es muy triste. Es un hermano el que se está muriendo».

Anónimo dijo...

Hola Lenny. Felicidades por tus dos Blogs. Me gustaría chatear contigo, e intercambiar ideas sobre estos temas. Por qué no me agregas en el MSN??

marianave75 (arroba) hotmail.com

La invitación es extensiva a otros cubanos exiliados defensores de la libertad y la democracia.

Saludos!

Cubalibre dijo...

Hola Maria, Gracias.Te invito a que participes en el Grupo MSN de Libertad para Cuba ahora te escribo a tu mail ahora.
Lenny

Anónimo dijo...

Comentario de Maribea:

Hay días en que el asco y el odio hacia quienes nos oprimen, hacia los antipatriotas cínicos y asesinos, comenzando por el propio dictador y continuando con sus "históricos" "incondicionales" "adláteres" y "voceros incluyendo los internautas", que se han adueñado de nuestro país, de nuestra cultura, de nuestra sangre, que han violado la historia, que han pisoteado principios, tambaleantes, pero principios al fin y al cabo, me inunda de tal manera, que olvido mi tendencia al humanismo, a la fuerza de la razón, a la tolerancia con los contrarios, a evitar emociones extremas que llevan invariablemente a destrucciones morales y sociales, y sólo pienso en Martí con su Abdala:

"El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca; "

Hoy es uno de esos días.
Leyendo esta crónica, no puedo más que analizar el aspecto puramente humano de toda esta historia de asesinato de estado.
No puedo más que ver al hombre, con sus limitaciones, con sus desparpajos, con sus distorsionados conceptos de vida, con su "delincuencia" a cuestas, nacido y criado en la dictadura, producto de la dictadura, asesinado por la dictadura que tiene el cinismo de repetir hasta la saciedad que ha creado una sociedad más justa, más pareja, mejor para todos.
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A pesar de lo extenso, Disidente Universal consideró que, por su valor informativo y humano, se debía reproducir completo el siguiente artículo publicado hoy en CubaEncuentro - DU

http://www.cubaencuentro.com/
CubaEncuentro

Emigrar al patíbulo
Un testimonio de las últimas horas de Lorenzo Enrique Copello, el último fusilado del castrismo
por RICARDO GONZáLEZ ALFONSO, La Habana
Artículo enviado desde el Hospital Nacional de Reclusos
Prisión Combinado del Este
Ciudad de La Habana.

Convivir en un calabozo con un condenado a muerte es intrincarse en el laberinto de una vida ajena, que comienza a pertenecernos, a dolernos.

Cuando abrieron la puerta de la celda tapiada y vi por primera vez a Lorenzo Enrique Copello Castillo, no imaginé que lo fusilarían en una semana, tras uno de esos juicios sumarísimos de la primavera de 2003.

Lorenzo era un negro de treinta y tantos años, de buen aspecto, que caminaba cojo por la golpiza que le propinaron cuando lo arrestaron en el Puerto del Mariel, al oeste de La Habana. Los zapatos negros y sin cordones tenían marcas de salitre, y sus ojos reflejaban la extenuación de los náufragos, de esos que aún huelen a mar.

Nos saludó con una sonrisa doble: la de sus labios y la de sus ojos. Se acostó, y al instante dormía con la inmovilidad de los difuntos.

Mis compañeros de celda —el chino, un joven acusado de vender drogas, y un muchacho condenado por asesinato e involucrado en un tráfico de emigrantes— nos sentimos desilusionados. Nos sabíamos de memoria nuestras respectivas historias o leyendas y esperábamos del recién llegado una de estreno. En los calabozos de Villa Marista, sede nacional de la Seguridad del Estado, no hay espacio para caminar; y la única opción, entre interrogatorio e interrogatorio, es conversar sobre cualquier tema, para no pensar.

Por la mañana, descubrimos que Lorenzo era un criollazo. Nos relató, como quien cuenta una película, que a medianoche abordó con varios amigos y amigas la lancha Baraguá, una de esas que cruzan con pasajeros la bahía habanera. El grupo de piratas debutantes llevaba oculto en sus mochilas recipientes con combustible; y, además, contaban con un arsenal de desconsuelo: un revólver y un cuchillo. Lorenzo apoyaba su narración con mímica teatral. "Llegué hasta la cabina y disparé dos veces. Una contra la proa y otra al mar. Entonces grité: '¡Esto se jodió, nos vamos pa' Miami!'".

Al principio todo resultó a pedir de sueños. Entre los pasajeros habían dos extranjeras —magníficas piezas de cambio— acompañadas por un par de Rastafaris. En total, tenían una treintena de rehenes. La Bahía de La Habana quedaba atrás, y la embarcación se adentraba en el anchísimo Estrecho de la Florida.

Lorenzo cerró los ojos para disfrutar mejor de sus palabras. "Oigan, ya nos veíamos en las costas de Cayo Hueso enseñando unos carteles que habíamos hecho con frases contra el comunismo, para que los americanos nos dieran asilo político". Lorenzo sonrió, como un chiquillo que recuerda una travesura. Al abrir los ojos, despertó de su aventura onírica. Su expresión se transformó en la de un adulto en peligro.

Nos contó, siempre auxiliándose con su gestualidad criolla, cómo el mar —un mar histérico— cambió de humor repentinamente. Imaginé las olas como cascadas continuas, la lancha a la deriva, a merced de ascensos y descensos bruscos y constantes. Vi en el rostro del negro el terror que sintieron aquellos cachorros de mar —secuestradores y rehenes— al saber que en esa situación de espanto se había agotado el combustible, incluido el de reserva.

Un guardacostas cubano se aproximó. A través de un megáfono uno de los guardafronteras los conminó a entregarse. "Pero nosotros, de eso nada. Respondí a gritos que teníamos a dos extranjeras. Que nos dieran combustible o la cosa iba a terminar mal".

Llegaron a un acuerdo. El guardacostas remolcaría a la Baraguá hasta el Puerto del Mariel. Allí le proporcionarían lo necesario para llegar a Estados Unidos, a cambio de que no lastimaran a los rehenes.

Lorenzo intentó esgrimir una sonrisa de consuelo, pero, errático, emitió un suspiro triste. "Era una trampa. Muy cerca del muelle, un hombre rana del Ministerio del Interior le hizo una seña a las extranjeras para que se lanzaran al agua. Una de ellas se tiró. Traté de impedir que la otra hiciera lo mismo, pero un pasajero —después supe que era un militar vestido de civil— me empujó, caí al mar y perdí el arma. Varios hombres ranas me atraparon. En el agua comenzaron a golpearme. Continuaron en el muelle. Mis compañeros también estaban dominados".

"La cosa fue grande. Vino hasta Fidel. Nos dijo que si nos hubiéramos ido, dentro de unos años hubiéramos querido regresar".

Lorenzo movió la cabeza seguro de su negativa. "¡Qué va! Yo hubiera hecho como mi padre, que se pasó la mitad de la vida preso; pero en el 80, cuando lo del Mariel, se fue a Estados Unidos, se cambió el nombre, estudió y se hizo ingeniero. Sí, yo iba a hacer lo mismo. Después reclamaría a Muñe, mi mujer actual; y a Rorro, mi hija, que es del primer matrimonio".

Muñe —apócope de muñeca— vendía pizzas en su casa. Lorenzo la describía como una Venus de Milo, pero con brazos, cálida y cándida. Al hablar de Muñe la expresión del negro se asemejaba a la de un amante primerizo.

Pero ella, como Rorro, desconocía que Lorenzo vivía dos existencias paralelas, y que con esa doble vida recorría su laberinto personal. Él era una moneda que giraba por el aire a cara o cruz, a mal o bien.

Lorenzo trabajaba días alternos como custodio de una policlínica del municipio de Centro Habana. Allí su actitud era ejemplar, nos aseguró. Mas sus días libres eran libertinos. Se dedicaba al proxenetismo y a la estafa. Esta la ejercía a veces a través de juegos de azar; otras, como "guía" de turistas inexpertos.

"Una vez —nos relató entusiasmado— viajé a Pinar del Río con un francés. ¡Qué vida! El lo pagaba todo: un apartamento que alquiló, bebida de la buena y a las mejores jineteras. Allá conoció a una temba y se quedó con ella. No sé qué le vio. El francés era un buen hombre. Yo siempre me porté bien con él. Aunque era muy confiado, jamás me aproveché de eso". Nos miró con picardía y añadió: "¡Pero a otros…!".

En una ocasión Lorenzo me dijo: "Ricardo, qué lástima que te dio por la política. Con tu pinta y facilidad de palabras, serías un estafador de primera".

También nos hablaba de Rorro. Una linda adolescente que sabía valerse por sí misma. "Es como yo, pero honrada". El sobrenombre surgió cuando era una bebé, pues la madre y Lorenzo le cantaban para dormirla: "A rorro mi niña, a rorro mi amor". La muchacha estudiaba la enseñanza media en Miramar, un reparto de la antigua —y actual— clase alta. "Papi, allá los autos son cómicos, la gente se viste cómico, las casas son cómicas. En fin, Miramar es una comedia".

El día que a Lorenzo le entregaron la petición fiscal, le dijo al guardia que servía la comida: "Échame más, ¡qué soy un pena de muerte!". Y se rió. Pero un rato después nos miró serio y comentó en voz baja, casi consigo: "quién lo hubiera dicho, ¡yo deseando una sanción de 30 años!".

Lorenzo regresó del juicio muy optimista. "Mi abogado dijo que cómo se iba a pedir sangre, si no se derramó una gota de sangre". Y repetía a cada rato estas palabras, con el fervor que un moribundo invoca a Dios.

También nos comentó: "Ustedes no me van a creer, pero sentí más miedo cuando en el juicio vi el vídeo de la lancha subiendo y bajando en aquel mar furioso, que cuando yo estaba allí mismito, jugándome la vida".

Esa noche nos llevaron a una oficina. A los cuatro por separado. Cuando llegó mi turno, un capitán me explicó que aunque a Lorenzo le pedían la pena de muerte, eso no significaba que lo fusilarían. "Pero —puntualizó el oficial— algunos condenados a la pena capital se desesperan y se suicidan por gusto, pues la sanción no es ratificada por el Tribunal Supremo o por el Consejo de Estado".

Con este argumento solicitó mi cooperación para impedir —dado el caso— que Lorenzo atentara contra su vida. Accedí. Después me enteré que a mis otros dos compañeros de celda le pidieron lo mismo. Nunca supe que le dijeron a Lorenzo.

Desde entonces la ventanilla de la puerta tapiada la mantuvieron abierta; y afuera, un policía permaneció de guardia.

Al otro día por la tarde vinieron a buscar a Lorenzo. Regresó muy contento. "La Seguridad del Estado trajo en un auto a Rorro, a la mamá de ella y a mi madre. Me dijeron que el director del policlínico le iba a escribir al Consejo de Estado hablándole de mi buena actitud laboral". Al rato vinieron de nuevo por él.

Ya a solas , el Chino, el otro muchacho y yo comentamos que esa visita era la despedida final. La policía política —y la otra— no acostumbra a traer a nuestros familiares para que nos visiten. Estábamos equivocados. No era la última despedida, sino la penúltima.

Lorenzo retornó feliz. Dos oficiales fueron a buscar a Muñe y había tenido una visita con ella. A discreción, mis compañeros de celda y yo nos miramos consternados. Comprendimos que Lorenzo sería ejecutado próximamente.

Aquella tarde la comida fue diferente a la habitual: medio pollo, arroz con moros, ensalada, vianda, postre y refresco. Lorenzo sospechó. "¿Medio pollo para cada uno?". El guardián lo tranquilizó argumentando que habían traído tantos pollos que no cabían en las neveras, y a todos los detenidos les estaban sirviendo la misma ración. Lorenzo le creyó —o simuló creerle—: era su última cena.

Horas después, Lorenzo sintió un dolor en el pecho. Avisé al guardia. Se lo llevaron inmediatamente a la posta médica. Regresó al rato. Nos aseguró que se sentía mejor después que lo inyectaron. Estaba soñoliento. Obviamente lo drogaron. Transcurridos unos minutos, dormía otra vez con la inmovilidad de los difuntos. Recordé la noche que lo conocí. Apenas —y a penas— había pasado una semana.

Sería medianoche cuando abrieron la puerta. En el pasillo vi a seis guardias. Uno entró y despertó a Lorenzo. Se levantó aturdido. Se calzó con torpeza sus zapatos sin cordones. Me miró como preguntándome: "¿Qué ocurre?". Se lo expliqué con una mirada. Le di una palmada en el hombro, y lo vi partir a la muerte.

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Fuente
Noticias de Ultimo Minuto
Disidente Universal
Actualización 10/21/05 8.25am
http://www.disidenteuniversal.org/08noticias/noticias_ultimo_minuto.htm

Anónimo dijo...

Anónimo Anónimo dijo...

Hola a todos!
A raiz de los testimonios que he leido, me surgen muchas dudas, y como estoy interesada en conocer y comprender la historia de Cuba, en especial de la emigración Cubana a EEUU en los 80, quería contactarme con ustedes para que puedan esclarecerme algunas cosas.
En primer lugar me pregunto, cómo era la vida en Cuba en los años 70?
Qué nivel de miseria y de injusticias vivían, que llevarion a 125.000 personas a asinarse en la embajada de Parú para salir por el Mariel, y a soportar los espantosos maltratos que sufrieron en Mosquito, y en los barcos? Apreciaría mucho que me cuenten anécdotas de esa época, de cómo era su vida en Cuba, de cuales fueron los aspectos que más influyeron en la decisión de irse, a cualquier precio.
Por otro lado no llego a comprender el fenómeno desde el punto de vista geográfico, por favor disculpen mi ignorancia pero me interesa superarla. Todos los que se fueron en el Mariel eran de La Habana? O Algunos vinieron desde el interior, por Ej. de Cienfuegos o Varadero? Todos pasaron por mosquito? Todos estuvieron en la embajada o algunos fueron a Mariel directamente?
Por otro lado, la conformación social del grupo de emigrantes, eran mayormente estudiantes, trabajadores, o era variada?
Qué se encontraron al llegar a los EEUU?
Tengo muchas preguntas más para hacerles, pero por ahora la corto aquí, para no aburrilos.
Les agradeceré mucho sus respuestas!!
Muchos saludos
Mariana

(Uruguay)